Los solos,
los mismos,
los esperantes.
Los inencontrables.
Los perdidos,
los aplaudidos,
los silenciosos.
Los ensimismados.
Los que miran la llama,
y no se percatan
de la posibilidad
de extinción
del fuego.
Los que cuidan
de sí.
De su color
y de su calor.
Para no entregarlo
nunca.
Los discapacitados
afectivos.
Los reflexivos
intelectuales
que no se entregan.
Los que prefieren
perder
a encontrarse
con lo real
desvestido.
Sin el ropaje
del mito.
Sin la piel
aparente.
Los que miran.
Y son mirados.
Desde lejos.
Están.
Efectivamente lejos.
Del amor.
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