No sé

No sé manejar. No sé nadar. No domino otras lenguas. El mundo tiene preciosos límites para mí. Pero dentro de mi mundo construyo fantásticos puentes hacia otros universos en los que algún día traducirán mi obra. Entonces prescindo de la necesidad de la conquista. Vendrán a buscarme y repetirán mi nombre, tratando de hallar alguna palabra que en su idioma signifique lo mismo y no la encontrarán.

SUBIRSE AL CATRE DE LAISECA Y APRETAR

Sus alumno-discípulos le dicen Lai. Su escritorio luce cubierto de cajas de medicamentos y cigarrillos, libros, películas y música. Recuerdo haberle visto Las vidas de Kurosawa, Buenos aires viceversa, Pappo y Choripán social. A los nueve leyó El gato negro pese a que su padre le denegó a Poe por considerarlo un borracho.  A los 17 se lo había leído todo y sabía que “nadie escribía como él”. Lloró con la crueldad del primer cuento y jura que una de las obsesiones del norteamericano era un miedo profundo al enterramiento prematuro. Los miedos, la muerte y la conchasa, sobrevuelan las temáticas del taller. 

FRAGMENTO DE MI NOUVELLE

Me doy cuenta cuando me miran la boca. Se leer el deseo en los ojos de los hombres. No importa si la charla es cien gramos de crudo,  prefiero el pan más tostado o qué precio tiene ese ejemplar; siempre registro los indicios. Cierro un ascensor  y el abogado me espera con la puerta abierta. Quiere mirarme el culo al golpear la tijera de hierro. 
Quiere relojearme mientras supero mi miedo a caer por el agujero.

ACTRICES Y PUTAS, ANTES Y AHORA

 Ana María Piccio, la misma de La tregua, con una belleza digna y delgada se sentó algunas butacas más allá, en la primera fila poblada del cine Lorca. Allí estaba cerca de nosotras, una por cada década de vida de la tal. Fuimos en grupo de chicas, amigas de la facultad y de la milonga, a ver Elles. Todas las mujeres de esa primera hilera queríamos ver a Juliette Binoche. Respondernos a la pregunta por lo femenino sofisticado. Las críticas eran regulares salvo en lo concerniente a la actriz. Referían a la vida de una burguesa parisina,

VIOLETA PRESENTE

Realizada por el chileno Andrés Wood, el mismo de la bellísima Machuca, Violeta se fue a los cielos es una película recién estrenada en Argentina que narra la vida de la cantautora y artista múltiple del país trasandino. Una Violeta Parra intensa que se atraganta el hambre de la niñez con moras silvestres y persigue un amor abandónico, como el de su padre, son algunas de las circunstancias que como rasgos vitales bosquejan la vida de la chilena que fundo la música popular de su país. Una dolorosa vida de convivencia con el sufrir que, a lo Frida Kahlo, es aquello que motorizó los momentos de clímax creativo.