miércoles, 23 de abril de 2014

PIROPOS


“No aspires a disfrutar porque tu placer te destruirá. No aspires a enamorarte porque no mereces que nadie se enamore de ti: los que te amarían te amarían por tu apariencia, nunca por lo que eres. No esperes que la vida te dé algo, porque cada año que pase te quitará algo. Ni siquiera aspires a una cosa tan sencilla como alcanzar la tranquilidad, porque no tienes ningún motivo para estar tranquila”.

Amelie Nothomb, en Estupor y temblores.




Para mí el problema del piropo está mal ubicado. Yo no respondo piropos. Para mí son ruido. Para mí la esfera de la calle es la esfera de los cuerpos, los edificios y las trayectorias y, en general, el lumpen que lanza una guasada no tiene siquiera registro de las leyes y noticias que puedan existir al respecto. Legislar eso, o problematizarlo demasiado, me genera una idea de efectividad similar a los viejos carteles que indicaban “prohibido salivar”. 

No es que sea una cuestión neta de clase, pero el poder no suele caminar la calle. El poder va en auto o en avión y contrata putas vip si su sed lo requiere. Y, quizá, el problema es que haya putas vip disponibles, en tanto sean mujeres que no vean opción para desarrollarse más allá de los límites de sus orificios. Ahí hay una debilidad. ¿Cómo nos enseñamos nosotras mismas acerca del valor y la capacidad? ¿Cómo nos señala o no la sociedad acerca de nuestra potencia? ¿Cuánto nos pagan por hacer lo que hacemos? ¿Qué trabajos podemos elegir? ¿A qué matiz de subalternidad pertenece la trabajadora sexual?

La calle es el terreno del débil, del dominado. Un terreno al que el fuerte sólo va con fines proselitistas. Que sea vox populi que un juez o un catedrático contraten prostitución o que el dueño de una corporación pueda suministrarse un edén pasolinesco, con niños, mujeres y hombres en concreta disociación con su mundo legal y ciudadano me parece más peligroso.

El piropo caricaturiza una fortaleza que no es tal. Invade y goza, si perturba. Es un recurso del incapaz, el vulgar. El que no la pone o la pone mal. La calle indica que son muchos los que tienen problemas sexuales, pero no creo que a un perverso se lo arregle con un manual de disciplina.

¿El mundo nos agrede? ¿El mundo es hostil? ¿El mundo nos daña? Estoy de acuerdo y creo que las mujeres fuimos víctimas históricas de múltiples opresiones. Pero ¿Qué vuelta le damos al asunto para dejar de lado la reactividad? 

Yo creo que los malos de la película van a seguir existiendo, como el capitalismo. Ahora: ¿Qué hacemos para ser fuertes? ¿Cómo producimos pese a los piropos? ¿Cómo hacemos que las tácticas de escape y resistencia pasen de ser individuales y desesperadas a colectivas y organizadas? ¿Es necesario y mejor? ¿Cómo trazamos la gramática de nuestra propia liberación? y ¿Para qué nos sirven los problemas que nos estamos planteando?

domingo, 20 de abril de 2014

UN RAPTO DE LUCIDEZ


     Tuve un rapto de lucidez que acabo de olvidar pero voy a tratar de reproducir. Estaba en mi clase de Inglés. Vengo cargada porque ayer me leí Tus zonas erróneas y hoy “Lacan para principiantes”. Todo eso pudo haber ayudado. La cuestión es que terminé una relación de pareja y me mudé. Ambas en marzo. Aunque los procesos ya habían arrancado meses antes, en los dos casos.

     Como el curso es intensivo y en una clase vemos varios tiempos y pasamos de página, la profesora va rápido. Es una mina muy locuaz y nos despierta. Ella dijo: “Bueno, ahora veamos esa cosa fea, que hay que borrar, el pasado.”  A todos dio gracia pero a mí me quedó rebotando y miré el PAST del pizarrón con fervor mental.