jueves, 16 de diciembre de 2010

LA AUTOAYUDA MARXISTA


¿Hace cuánto empezó la crisis habitacional? Creo que nací en crisis habitacional; con un padre que incitaba a la ocupación popular de espacios desocupados hacia fines de los ochenta y una madre que compraba un kilo de azúcar cada dos días y usaba mucha leche para hacer merendar a sus niños y a ajenos en mesas largas e improvisadas. La actitud reaccionaria de la sociedad en cuanto a la práctica de urgencia extrema de ocupar lo inhabitado es de seguro más vieja que yo y acompañaría como sombra la existencia de la propiedad privada (quedan aparte en el presente recorte lo “apadrinado” de la reciente situación). El otro problema empezaría cuando se considera el espacio público y se lo empieza a “tomar” en actitud gubernamental de derechas, como espacio privado. Lo público, lo privado, la ocupación, la desocupación, las personas y la represión no son historia nueva entonces. Ya comenzado el siglo XXI en una Argentina en default conocí de cerca otra situación como las mencionadas: en un barrio más al oeste de la capital que el mío, un grupo de jóvenes y viejos, estudiantes y exmilitantes (que salían como cigarras de los rincones), se juntaron en la calle en días de un diciembre enrojecido a reclamar, cacerolear y organizar. Cerca me tocó estar y llegó el momento, la necesidad, de un espacio físico para el grupo asambleario. Una esquina abandonada, un viejo mercado que coronaba siete esquinas de arrabal exmatadero sería el escenario de una de tantas tomas en esa reciente época. Fuimos por sus vacíos, por sus viejas instalaciones eléctricas, y allí montamos nuestro espacio de resistencia. Pasado el primer lustro del nuevo milenio, allí estábamos, riendo, montando guardia, gritando política, jugando al ajedrez, pintando y organizando. Soñábamos esa esquina como epicentro cultural y social de la zona olvidada por los sucesivos gobiernos. Pedíamos hospital, armábamos biblioteca y roperito. Teníamos comedor y un puñado de aficionados artistas que compartían la salsa de jurel proveniente de la caja piquetera con los trasnochados del bachillerato nocturno, con los cartoneros y con los vecinos más pobres. Todos entrábamos, todos lavábamos, todos fuimos el comedor y el espacio, el compañero y la ilusión. Hubo un tiempo en que las diferentes corrientes políticas hicieron separatismo y en momentos de gorilaje y resabios de bronca antimenemista nos agarramos con punteros peronchos, de esos que dan miedo por su funcionalidad inescrupulosa, también adentro de esa esquina, de ese espacio. De vez en cuando recordábamos a un compañero de diecisiete, fallecido tras ser atropellado por un colectivo, que tenía el nombre del poeta “Rubén Darío” y que también había padecido la “crisis habitacional” en un edificio tomado, todo conventillo, de la lejana calle Corrientes. Nos inspiraba para el taller literario como un ángel piqueteador de la prensa del partido, como un chico que con toda su pobreza, estudiaba y trabajaba a fuerza de galletitas de agua y tenía en un sector de su departamento propiedad de algún otro, una fotito recortada del Che y algunas frases rebeldes a modo de santuario personal, de fe familiar de una familia múltiple y multiplicadora. Todas esas imágenes eran el algo que ocupó por años ese “Mercado recuperado de Mataderos”. Éramos amigos y marchábamos con la otra esquina recuperada de la zona, la hoy Asociación Civil “La alameda”. Entonces, ¿Qué decir? ¿Qué opinar? ¿Qué hacer? Cuando un jefe de gobierno una vez que pasó mucho agua bajo el puente y todos emigramos de esa posta de barrio hacia otras postas, hacia otras luchas de las colectivas, y de las íntimas o personales. ¿Volver? ¿Tomar? ¿Acompañar o ser carne de los nuevos sucesos? Sin duda todos somos hoy, en mucho, carne de lo que vuelve a acontecer. Una concepción de lo público se agarra a las trompadas con otra que la considera necesariamente mínima, en extinción, necesariamente innecesaria. Esa última concepción se disfraza de nueva, de “a la altura de las circunstancias”, pero bajo ese vestido esconde antigüedad y antropofagia. Es que la puja es tan vieja como las Instituciones tomadas por las crisis. No hay mucha dosis de certeza en los tiempos que corren, pero lo seguro es que conservar lo que se cae o aggiornar las ideas que nacen viejas y antihumanas es suicida y poco. El problema es que la antropofagia del ensalse privado es contagiosa como piojo en escuela (y bastante más nociva y fatal) y se toma las cabezas de los que se jactan de “no ser negros de alma” ni de cuerpo, pero que sin embargo usan argumentos que salen caro pero que pagan en vano porque el primero te lo regalan, el segundo te lo venden y al tercer argumento, en defensa de las botas que te pisan, andá a cantarle a Gardel porque ya fueron por vos también. Porque en el recinto privado del mayor poderoso y mafioso gurú del fascismo versión tercer mundo, vos no entrás ni disfrazado, ni blanquito, ni engominado. Nunca entrás. La lógica privada siempre tiende a cerrarse como espiral. Sos funcional y trabajás para ellos que siempre son los menos hasta que llegan a ser sólo uno: el perverso que manda. El que dirige y ve a la otredad como cosas, afines o no al proyecto más conveniente a su única cabeza. Entonces radiografía hecha de argumentos y difamadores de lo público, el “¿de qué lado estás chabón?” se cae de maduro y la propiedad privada será por mucho tiempo el centro de las sutiles contradicciones. Digo contradicciones porque toda persona, militante o no, con cierto grado de pertenencia (por acción u omisión) a ésta sociedad quiere un lugar dónde dormir y si lo tiene garantizado por sudor o herencia le saca obvio provecho y si no, se las ingenia y se pregunta cómo carajo hacer para garantizarse la paz y el sueño, con el incremento de capital que ello implica. La sombra, el barullo reaccionario que juzga la marginalidad evacuada por la propiedad privada como un correlato lleno de pobres, de tristes necesitados e instrumentadores hábiles de su maldito estigma, será la certeza firme y desvergonzada de la imperativa necesidad de los cambios, del prepotente y violento avance de las transformaciones. Y si te olvidás o te hacés el boludo hay quienes te obligan a plantarte, a posicionarte. Si no, te llevan puesto o te toman, a vos, a los pocos espacios mentales libres, a la crisis habitacional y a la crisis del sistema capitalista con explosión de burbujas inmobiliarias y todo. Entonces a mover el cerebro y las manos se ha dicho que “no queda otra”. Y le quito esa frase a todos los duendes fascistas que nos habitan para procurar subvertirla y transformarla en un arremangue mutuo, ya que el momento de la resistencia pasó y empieza el nuevo combate.

martes, 30 de noviembre de 2010

LA CULPA ES DE PERRAULT

Para leer al pato Donald se escribió en 1972 y mal puedo considerar si creo que lo que señalaré en breve tenga algo de novedoso o actual. Los mitos fundadores que instauran nuestro género, clase y especie son enumerados a diario, clickeados y practicados constantemente garantizando la reproducción social, la pertenencia y la convivencia. Sucede que cada cierto tiempo alimenta mi paranoia la irrupción en mi cotidianeidad mental de una cancioncita que decía: “Eres tú el príncipe azul que yo soñé, tus ojos me vieron con ternuras de amor y al mirarme así el fuego encendió mi corazón y mi ensoñación se hará realidad y te adoraré, como aconteció en mi sueño ideal”. Imposible no recordar la película de Disney, mi primer acercamiento al cuento de hadas La bella durmiente del bosque versionado por Charles Perrault en 1697 que luego fue llevado al ballet en Rusia, hacia 1890 con música de Tchaikovski. Hace años cuando mi zapping televisivo variaba sólo entre canales musicales (adolescencia) escuché en subtítulos a un productor de cierto sello discográfico/ multinacional que señalaba: “las canciones pop son aquellas que tras escucharlas es inevitable tararear, son insoportablemente pegadizas y aunque las aborrezcas terminas chasqueando los dedos al ritmo”. Eso buscaba el productor, vender masivamente, obvio, y al siguiente plano de ese flash de consumo mediático recuerdo a otra productora señalando el packaging de un viejo CD de Britney Spears, cuyo papel interior se desdoblaba justo a partir del fragmento de foto cuyo centro eran los genitales en jean de la muchacha. Todos estos asteriscos son para volver a la canción que me endulzaba (y que confieso me endulza en su melodiosa hipnosis) y para manifestar su inequívoco vínculo con otra irrupción, feisbuquiana esta vez, de dibujos animados en los perfiles amigos. Anime o Industria Americana de animación en diversos estilos y versiones para niños y niñas, todo eso bien podía colaborar con mi opinión apocalíptica en correspondencia con la “teoría de la aguja hipodérmica” de la comunicación, pero no: me invité al relax, a la sana copresencia de elecciones, si igualmente facebook y las redes sociales ya son un servicio más y cada uno lo paga como quiere, con rasgos intelectualoides, con fanatismos militantes o con sobredosis de Mickey Mouse; al fin y al cabo casi todo es palo y a la bolsa. Aquella cosa no novedosa y no actual que busco señalar casi en forma de exhalación que indica mi estado de ser viviente, es un análisis casi infantil por lo sencillo, de esa coincidencia genérica en los “menganit@s han cambiado su foto de perfil”. No me siento especial por no haber puesto a Cocomiel, Los Simpsons o a alguna serie de Locomotion en mi perfil, ¡si no poner esa foto, para mí que uso tanto facebook, es como no hacer “la ola” en la cancha!, sólo que mi infante analista interior no puede con su genio y maquina con los obvios usos transversales de esa información. Sin disfrazar de perspicacia boba a mi paranoia, sólo menciono que como mínimo, cual si hubiera cursado Publicidad I, es una obviedad que esa determinada muestra arroja datos cuanti y cualitativos de la población más sensible a la persuasión. O sea, ¿quién puede estar en contra de los derechos del niño?, hay que ser demasiado pedófilo confeso para no “solidarizarse” con semejante causa. En síntesis, éste post que comenzó altisonante y termina timidón señala eso, es la reivindicación de mi derecho como usuaria para putear cuando veo causas que de tan lejanas ya son simpáticas e irresistibles y para preguntarme cuál es el germen del contagio que hace que tarareemos todos la misma canción. ¿Quién fué el amigo al que se le ocurrió? ¿Por qué funciona tanto todo siempre como para terminar riendo en delay si no entendí el chiste? ¿Qué es lo imperativo de “luchar contra la violencia infantil” con una “invasión de recuerdos”? En síntesis, reivindico el ser ortiva en éstos casos (no hacer la ola), ya que bastante alergia me da ser semejante grandecita y no poder abandonar el eco disneylandés de mi discurso, que vuelve para recordarme que quizá mis hijos crezcan todavía rodeados de los mismos mitos que quiero desterrar. Y como no soy una chica superpoderosa ni tengo a ningún Pinky para éste Cerebro, me voy a hacer la paja y a ver cuántos me gusta me puso el príncipe azul que yo soñé mientras el futuro llegó y tus ojos me vieron con ternuras de amor, mientras el afuera explota un rato pero al mirarme así desde la ex foto de perfil el fuego encendió mi corazón y mi ensoñación se hará realidad y te adoraré, como aconteció en mi sueño ideal...

lunes, 1 de noviembre de 2010

VOLVER SIENDO OTRA

“vuelvo a pintar las flores de mi juventud

vuelvo a ver el amanecer

sin temor

ya nunca nadie podrá decirme éstas no son horas

veo amanecer como una mujer no como una joven temerosa

de la ley tu ley

el acero de esta luz para una mujer sola

que no debe temer sino decidir”

de La ley Tu ley (2000), Juana Bignozzi.


Murió un hombre el miércoles pasado, ya el anterior había muerto otro bastante más joven. Ya se prepara el ropaje del mito y las K se posan sobre las V de victoria en los muros de Buenos Aires. Ya siguen escribiendo los lápices de chicas y muchachos sobre el Cabildo Histórico y la Intendencia recién pintados. Las aves de rapiña están a la expectativa pero en estos tiempos conviene respetar las formas. En una cadena nacional que me perdí habló hoy una mujer. Me comunico con una amiga casi psicóloga y hablamos de esa condición. Siempre hemos conversado acerca de nuestra femineidad. Ambas histéricas según ciertos tests caducos atendemos a las palabras de la mujer fuerte. “Suerte que tenemos un ejemplo totalmente distinto al estereotipo esperable” me dice al otro lado del teléfono (cierto que a nosotras nos encanta charlar y gastar y comprar y esas cosas, no?); las dos estamos interpeladas por esa mujer que solía cubrir sus ojos de excesivo rímel. A las dos nos importan sus palabras. Me describe el rostro algo más delgado, y la voz por momentos disminuida por el dolor, pero me resalta la potencia. Que pedazo de mina. Ya leímos a Bourdieu (de nuestros hombres preferidos) que nos señaló acerca de lo femenino como el “arte de empequeñecerse”, ese confinamiento simbólico que entre otros conceptos nos ayuda a dimensionar el porqué de nuestra cavilación. Sin embargo, una mujer con una parte de ella en otra parte, con el dolor más grande de su vida pero que “no atraviesa su momento más difícil”, una Cristina que no usa la cadena nacional para hacer “terapia emocional”, rebasa cualquier concepto importado. Es decir, no niega tales concepciones con su actividad sino que propone otra forma que contradice la tradición, lo posible. Por eso era “yegua”, “grasa”, “montonera”, “atea”. Por eso lo es, aunque no lo sea. Aunque se guarde los rosarios que le dejaron a su hombre y aunque se emocione con el Ave María del militante. Corto el llamado, duermo y despierto, corro a ciertos libros que leí hace años. Cierto que también hoy hablamos de la francesa Simone, cierto que ayer pensé en Juana del Alto Perú y en la Juana que las pelis caracterizan con un pelo cortísimo. Cierto que volví al libro de la poetiza de El pan duro. Y se me cruza otro poema distinto al de la primera cita: “Esa niña esa pobrecita esta mujer/ que anduvo entre maravillas/ luces de colores que sin hacerle mal la cansaron un poco/ esa pobrecita/ que se tiró de cabeza cuando había que mirar de lejos/ que quiso vivir no tener respiro/ que hizo de la noche día/ el día no lo conoció/ que creyó manejar su corazón y algún otro/ durante años entendió y cumplió etapas ordenadamente/ en realidad seguía dibujando florecitas laureles banderitas/ en los cuadernos de la infancia/ dijo hay que vivir en serio dijo hay que vivir en solfa/ la vida intelectual la vida erótica la vida comprometida/ en todas fue aplicada prolija la mejor la más triste/ la vida de relación la vuelta de todo/ en cada vuelta dejaba pedazos de corazón/ ahora con los pedacitos que le quedan/ vive no piensa la vida valora otra piel/ la niña esta pobrecita esta mujer sabe que empieza”*. En síntesis (porque adoro la síntesis, me hace sentir más práctica, más resolutiva): fui a palabras de otras mujeres para pensarme y también a sus actos. Cristina Fernandez de Kirchner, aún imaginada en la descripción fiel de mi amiga, nos cambió y nos cambia. Y las dos amigas al teléfono compartimos otra síntesis: todas las mujeres del país y todas las afectadas de otros lugares empezamos a ser otras mujeres a partir de la presidenta. A todas nos cambia, todos los días. Le devuelvo el saludo virtualmente entonces: gracias a vos, Cristina, por eso. Y por no fantasear con que te piropee un albañil; por ser tan distinta (como la poeta y las otras Juanas que también lo son) y por tener semejante “sentido de la responsabilidad”… por tu perfeccionismo obsesivo… por tus manos… por tus ojos…. Por tu belleza.


* poema de Juana Bignozzi (Buenos Aires- 1937. Miembro del grupo literario El pan duro, creado por Juan Gelman en 1955.).



domingo, 29 de agosto de 2010

EL REVISIONISMO DEL LLANTO


“Ya no llora. Siente una congoja seca, áspera, como si una espátula lo raspara por dentro. Es simple: No ha sabido lo que había que saber. No ha sido contemporáneo. No es contemporáneo, no lo será nunca. Haga lo que haga, piense lo que piense, es una condena que lo acompañará siempre.”

Así escribió Alan Pauls hacia el final de su novela corta Historia del llanto; un texto que se lee en un día y que sin embargo, en mi caso, funciona como bisagra literaria con potentes relámpagos de cruda lucidez. En tiempos en que lo políticamente correcto se ha ampliado abarcando motivos de derechas e izquierdas y que dado al resucitado uso del imaginario setentista, se editan y publican numerosos textos audiovisuales, gráficos, etcétera, que retoman y reelaboran ese entramado discursivo plagado de “luchas” e “ideas de cambio”, Historia del llanto hace un recorrido que para alivio de aquellos que buscamos vivir en el siglo XXI no eludiendo las preguntas del pasado pero sí procurando que éstas funcionen como disparadores a futuro y no como lastre, es un libro que critica el morbo progresista. El uso y abuso del dolor, de la bondad inhumana, del gesto campechano y engañoso del jet set de izquierda. A mi gusto, éste libro contrasta el frenetismo justificado y necesario de sucesos del pasado (con mujeres y hombres, con muertos, con vidas, con intereses, con disputa) con la intimidad de lo que inevitablemente sucede en los recovecos incoherentes del desarrollo cotidiano de la vida, con sus posibles crianzas de hijos, trabajos y supervivencia. Mirar con luz no es arreglar los hechos al relato cómodo, sino, por el contrario, es el ejercicio duro de decidir no apagar la luz cuando ésta ilumina, cual alba, recónditos lugares que afectan la estabilidad emocional.

La historia del llanto que escribió este escritor argentino contemporáneo logró poner en prosa algo que buscaba cristalizar hace rato. Nací en vísperas de los noventa y aún así fui criada en un imaginario que valoro notablemente pero que no he tenido oportunidad de ejercer, ni producir. Aprendí que las ideas viven aunque a veces duerman y elegí tomar el legado de una familia progre de clase media baja (perlita entre las progres de clase media alta) pero busco que ese legado no me aplaste. Curso en la universidad pública, milité en centros de estudiantes secundarios y universitarios y aunque creo que hay que seguir fomentando eso tengo compañeritos de mi misma generación que ven las asambleas como soviets y que creen que son los únicos luminosos que ven la matrix. Aplaudo su voluntad pero alerto con un ojo y advierto que éste no es un vicio generacional que atrapa cuando uno comienza a leer libros, se puede andar otro camino que no sea el de la repetición y por ese voy y creo no estar sola. Habiendo hablado de ese peligro desde la humildad de mi joven blog y justamente con todo el cuerpo dispuesto a seguir laburando por transformar “el mundo”, acerco algo que escribí cuando busqué reconocer algo que me pasaba y que es similar a lo que entiendo dice el libro (y todas las críticas de él que pueden encontrar en el océano Internet) aunque obviamente es bastante distinto el destino al que llegan mis palabras y mi literalidad toca otros motivos:

“Exilio le llaman a aquello que significa irse. Huir. Despojarse. Cargando, aún así, bultos de cosas pendientes, hornallas sin apagar. Llaves de paso abiertas. Exilio le llaman al pasaporte, al viaje, a la posibilidad. Ese es el lugar que prefiere darse al exilio en los medios de masas. Elitizándolo. Pero ¿Qué hay del quedarse? ¿Cómo se nombran las personas, las muchas, quizás las más, que quedan en un apartado? Aparte en una nota de opinión: “exilio interno” le llaman. Yo lo llamo papá y mamá. Lo llamo paranoia. No atender el teléfono así, no decir. Mudarse. Mudarse de sí sobre un territorio extremadamente restringido. Demudarse a una posición de latencia. Supeditarse al oficio de años. Al garaje en el que un trabajador se intoxica pintando autos. Sobreviviendo con coherencia. Marginarse como una mujer de hijos. Llevar, traer, niños y bolsas de mercado. Ir de compras, de a monedas. Olvidar las tres fotos de imágenes que existieron tras los andes.

Es cierto: hay viajes. Lo que tensiona son los condicionamientos; es toparse con los escondrijos de una caja demasiado pequeña. Y suponer; y soñar, sueños de persecución (como el de viajar en una balsa durante sucesos de la revolución China, como el de esconderse de esqueletos, de niñas rubias, etc.).

Todos los elementos implicados aterran. Igual se trabaja; se diluye el acento pero se reconocen entre los otros los unos. Y todos fingen hasta la primavera.

Llegada la espera el aire es distinto pero los procesos no suprimen los recaudos. Entonces se nace y se crece en una atmósfera de invernadero de malezas. Los objetos se resienten, las personas se resisten. Se mantienen las posiciones para el rescate de lo que no ha sido.

Entonces se vive en exilio. Se saluda en exilio. Se ríe en exilio. Se intenta a tientas con un chaleco blanco de lazos. Y para un niño es como tragarse un caramelo duro desconociendo el destino de tan simple acontecimiento. Se cría en exilio, se produce sobre el mismo espacio en el que se había podido vivir de otra manera. Se vomita. Se va al baño. Y los niños se cultivan para que luego combatan el mundo con entusiasmo renovado del que penden fantasmas de fórmulas viejas. Se cuenta la moraleja, la culpa. Se transmite el fuego.

De niña mi sensación era que me pesaba el miedo y los cucos que internalicé. Tras la digestión, ahora, estoy dispuesta y expectante. Pero la necedad que precisa esta parte de la historia traza otra estrategia. Que no es en absoluto igual a las fórmulas pasadas. Se rompen las viejas formas. Se pasa a un estadio diferente. Es ahora el exilio una herramienta. Es una información que a la vez secreta es revelación demasiado alienante para seguir gratuitamente lo que se supuso cierto y nuevo. A veces ofusca. Es un aprendizaje que sucede en otro tiempo histórico y merece ser libro verde en la mochila.

Anahí Pérez Pavez 2009”

Algo seca de lágrimas de uso cotidiano que, en cambio, salen de a montones viendo películas espero detrás de la PC llegar a "ser contemporánea".



martes, 24 de agosto de 2010

el laburito ideológico de cada día

*
65 años cerca mío es un montón. Es como decir un abuelito o una abuelita caliente de esas que te apretujan y te enseñan del asco antes de que aprendas acerca del cariño filial... qué decir de Johana, hasta puede imaginarse uno que en la casa le dicen Yoi, Choi o algo así. Pero no, así no, porque cierto que la nena del aviso que promete un ejemplar el domingo no tiene casa o al menos no tenía hasta que llegó el hada madrina con un clarín en bolsa y le trajo lo que Papá Noel nunca! cierto... ayyy!!! pobre, pobre morochita Johana, ella que no tenía casa y que se parece bastante a la del I LOve YoU Argentina que pobrecita también salió en una foto con Macri, ese de los ojos celestes y de la naríz que se le chinfla para un costado, si ese el de los ojos celestes... Resulta que Johana que sale ahora en negrita y letra 28 en pleno contexto de páginas de inseguridad y sólo a una del chismoso "Espectáculos" es ahora casi famosa y para alegría nuestra ahora está rodeada de bancos de escuela, ya no de basura y chatarra, aunque no sé porque... los papis seguro de algo deben trabajar o ¿el bueno clarin también les consiguió trabajo? algún plan por lo menos o alguna bolsita de alimentos mensual de esas que van para los tobas con la cantante, seguro algún solidario debe haber. Ay!, linkeo y resulta que la pobrecita iba a la escuela sin mochila, con una bolsa de nylon hace apenas tres años, ah! y con zapatillas las dos del mismo pie, poobre tendría mochitos los deditos pobre ella, tan así, tan sin ojos celestes y entonces vino Clarín que éste domingo y GRATIS (!) contará la historia de los lectores "con nombre y apellido". UUUyyYYy ¡Qué buenos! y los K? los KK? dónde KK estaban cuando a ésta chica la rescató clarín de la pobreza de abajo del puente y descalza?... ahora seguro además de escolta es lectora de diarios y seguro que puede ser presidenta y seguro que si llega con todo ese sacrificio ejemplar que le brilla de grasa seguro que ella no usará botox, ella no, ella no porque no tiene ojos celestes ni apellido que empieza con K, no seguro que ella no, seguro que a ella no le toca, no, de casualidad le tocó clarín abajo del puente y le dió la posibilidad de vivir en una casa y de llorar y emocionarse cuando "vió la lluvia desde adentro". Que emoción, que emoción emocionada y los kk cortando internet cortando al grupo que ya es casi de la familia porque hace 65 años que está y 65 es un montón...

http://edant.clarin.com/diario/2007/03/11/sociedad/s-04701.htm

*El G diario argentine 24/ 08/ 10 Pág. 33

jueves, 19 de agosto de 2010

ENTRÁNDOLE

En el oficio de buscar la mayoría de las veces se encuentra: "El deseo construye" leí en el perfil de una actriz hace un rato y pensé "que sabia". En eso estoy, en la tarea de empezar a hacerme cargo de mis deseos como me salga.
Cuando tenía 20 escribía poesía y comencé a investigar desde la mayor ingenuidad acerca de las palabras. Preguntarme por las significaciones de las cosas y la disposición de las ideas en los espacios ocupó momentos de ocio y trabajo. Comencé desde la intuición a estudiar Comunicación Social en la UBA porque consideré que conjugaba bien cierto afán justiciero, el uso técnico, instrumental, del lenguaje y la disputa por el poder en todos los ámbitos. En el medio me perdí en otros gustos, entre la pintura autodidacta, el teatro de taller barato y el laburo necesario para reproducir la existencia. Con un juicio laboral a cuestas que me enseñó más acerca de la pertenencia de clase que muchos libros marxistas para principiantes aprendí algo acerca de la supervivencia social. La sonrisa burócrata la llevo porque es menester convivir con otras ideas y bueno estoy aquí, plantada en éste mundo, en ciertos metros cuadrados alquilados procurando acercar los deseos a la realidad cotidiana. Con la mejor intención de no convertir éste, mi primer post, en una sesión de terapia que a mis 24 años recién comenzaré la semana próxima, inauguro la mejor excusa para ejercitar los dedos y pensar en una forma originaria y no original de publicación de trabajos pseudo periodísticos, crónicas y etcéteras que justifiquen esa frase de que el fin justifica los medios y entonces como también soy gramsciana y reinterpreté a Maquiavelo, bueno, en fin me hago cargo de que se supone que algún fin tuve cuando me anoté en ésta carrera y que a algún lugar tengo que llegar. Se comienza haciendo, me dijeron, y hago caso a los que saben jajajaj Me disocio por un rato de mis preguntas sobre los textos de Bourdieu sobre la mujer empequeñecida para la dominación masculina, me hago cargo de ciertos rasgos románticos (versión de uso vulgar del término) que no refieren al pasado, también dejo en stand by preguntas sobre lo atractivo de los agujeros aunque mejor no a éstas les doy bola ya que estoy en acto presente de entrarle a éste agujero formato blog que se supone que se vincula con lo que alguna vez configuró mi deseo, entonces le entro. Verguenza aparte porque no quería publicarme/ desnudarme de nombre y apellido al menos hasta que escribiera o hiciera algo digno de ser publicado, me lanzo igual ya que internet es enooooorme y a la noche todos los gatos son pardos, aparte mi apellido es muy común y un motor de búsqueda remitirá a otras Anahíses hasta que yo decida que da para que mi anahí salga antes que la estrellita lolipop rubia mexicana.
Salud!