lunes, 14 de marzo de 2011

CRONICANDO CONSUMOS ESTÉTICOS

Sin duda que todas y cada una de las personas lee desde sí. Podés enterarte de crítica ajena pero siempre hay algo esencial con una, un espacio recóndito en el que hacen eco o afectan las cosas que una vive, los contenidos que a una la interpelan. A ello se refiere el pensar en la subjetividad. Bueno, desde mi subjetividad aquí voy:

· Lo bello y lo triste/ novela de Yasunari Kawabata de 1968:

Los motivos japoneses aparecen desde la primer hoja. Digo motivos porque en tanto nunca visité Japón las referencias con que me figuré lo japonés tienen que ver con la media de figuración japonesa que tiene la gente de mi barrio, a saber, Flores. La tintorería de la avenida no apareció, pero si la blancura pretendida en las mujeres de raza amarilla. Apareció la mujer como objeto bello, distante y silencioso y sobre todo y fundamentalmente apareció el silencio. Un silencio que puede durar muchos años. Tantos como los que tardó Oki Toshio en volver a ver a su maltratada amada. Apareció la venganza como trágica causa y consecuencia de las acciones principales. Apareció la muerte, lo rojo. Y lo bello ligado a lo absoluto de la muerte que trae lo triste pero que muchas veces parece ser justa. Y es acuse de recibo del silencio que puede matar niños en un país como Japón, cuya envergadura respeto, pero agradeciendo en simultáneo no haber nacido mujer allí. ¡¿Qué como lo bello no va a ser triste?¡ si, más allá de los trágicos movimientos de la tierra que sacudieron sin discriminar género hace pocos días, hay veces en que parece que la única salida es ser loca, perturbada o perversa para atreverse a romper los límites de la ley que oprime. Aquí traje a Keiko.

· La vida es sueño/ de P. Calderón de la Barca de 1635. Versión Calixto Bieito:

Joaquín Furriel, un gran atractivo que se pasó de yoico quejándose porque le tiraron un balde que debiendo ser todo de agua incluía detergente y que “me pica muchísimo el ojo y pierdo la concentración”. Para en breves segundos, más luego de decir eso que dijo revoleó el balde a la miércoles y se retiró del escenario. Tamaña personalidad devolvió a Patricio Contreras y al resto del elenco presente a las sombras, para luego recomenzar la importante escena tras las mil disculpas del narciso y su posterior colocación en pose con torso desnudo y abrillantado. Pasando ese dato accesorio pero por demás colorido como todo accesorio digo: ¿El español antiguo se decía ligero? Porque fue por demás ligero el comienzo de la obra hasta percatarse una humilde alma de 25 de que se refería a la libertad y el destino. Entonces, una vez concentrada y haciendo caso omiso a las risas de esos espectadores que siempre se ríen en momentos en que a una ni se le pasaría por la cabeza, advierto que sí. Que desde los rastros de barroco adaptado puedo ver lo esencial que sale a flote y me dice: la vida es sueño, en tanto cada quien se figura una ficción y por más que te despierten y pellizquen uno siempre sabe que en algún lugar se miente y en algún lugar se dice la verdad. Que la verdad es esquiva cuando parece que uno la distingue y entonces hay que romperle al destino las riendas y decir aquí estoy, aquí me planto y ésta porción del espacio y el tiempo me la quedo. La escenografía como toda austera es muy buena. O era, porque ayer era el último día de ésta versión acá.

Y aquí lo más seductor que se encuentra por internet en las horas online:

· Nueve semanas y media/ Película que vista de adulta es muy distinta y que seguro muchos ven en cable seguido pero como yo no tengo cable la vi online porque tuve ganas y ninguna grilla me dijo cuando:

Ser zarpa el fresco ochentoso que es se zarpa. Vienen los casettes, las luces que gastan, el minimalismo de loft yuppie con sus grises y los sexies pulóveres extra large que cubrieron la piel de la muñeca Kim Basinger. Otra vez el silencio con todo su power en los altos de diálogo de un hombre perverso que somete a una mujer que los críticos leyeron como personaje ingenuo pero que no. Que no me parece ingenuo sino entrampado en la lógica absorvente del perverso que si se lee la peli con ciertas competencias psicológicas está perfectamente logrado en la figura de John. Que no me quisiera cruzar ni un John en figurita. Pero que nadie está libre de tener algún John en su vida o como él: algunos muertos en el placard atrapados en su sadismo. Porque básicamente la peli no habla ni un puto minuto de amor sino de satisfacción, goce y poder. Una mierda si te toca el rol de dominado pero una incapacidad vital si te toca el rol de dominante. En síntesis: que ojala no nos toque ninguno de esos roles que inhumanizan pero que te tiran ahí; a los pies desnudos de la miseria, lo que el desnudo humano y el refrote de cuerpos pueden lograr cuando un ser de nuestra especie es sólo instinto y lectura entre líneas. Porque en la relación central del filme el silencio hace estragos. Lo implícito late y funciona como orden. No se puede decir que no: la fantasía de la esclavitud es terrible, pero cómoda y autodestructiva existe.

· Bajos instintos:

La traigo ahora porque le di play lueguito de la anterior. El cruce de piernas no me pareció tan guau. Si se probó el taquillero funcionamiento de cierto erotismo en pelis como la de arriba, hicieron ésta en ese sentido. Y lo único que me gustó fue la idea de que la obsesiva profunda o psicópata malalinda era escritora. Igual demasiado suspenso citado para mi gusto. Hasta la ropa de la protagonista era una “cita” a filmes de Hitchcock. Me quedó la duda de que tenía en su bolsillo la que muere al final. Si alguien lo sabe, me aclara bastante. Y ojo con los picahielos.

Chin pun, tra la la la lá

Eso es algo amigos.