sábado, 18 de junio de 2011

A LOS HIJOS: EL ODIO TAMBIÉN CONSTRUYE



Las cosas tan feas y tristes y sucias

traen cosas feas, tristes y sucias.

Pero.

Traen relaciones,

representaciones

y explosiones.

Y detonan.

Y hartan.

Y rompen.

Y matan.

Y espantan.

Y agobian.

Y tuercen.

Y apagan.

Y ocultan.

Y sepultan.


Entonces

Hacemos agujeros en la tierra

y rezamos todos

en derredor.


Y decimos salmos

y mentimos llantos

y susurramos perdones

que en vida no existen.


Las disculpas

son una formalidad diplomática

garante de convivencia y continuismo.

Si querés bienestar, en cambio,

tenés que romper con vos mismo.

Tenés que decir no.

La puta madre.

La concha de tu hermana.

El forro de tu viejo.


O sin putear

alejarte ligero

de lo destructivo

que te habita.

Desde que alguna vez primigenia

aceptaste el maltrato

y entonces todo el mundo después

se coló a la fiesta de tu desdicha.


Esto ya suena a tango

y es la primera vez

que escribo esa palabra

en un poema.


Me alegra mucho.

Quiere decir

Que ya comenzó a importarme

algo distinto

a lo que me tenía acostumbrada.


Bienvenido tango

a ocupar

el espacio vacío

por el rato que sea necesario.


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