lunes, 24 de septiembre de 2012

FRAGMENTO DE MI NOUVELLE


Me doy cuenta cuando me miran la boca. Se leer el deseo en los ojos de los hombres. No importa si la charla es cien gramos de crudo,  prefiero el pan más tostado o qué precio tiene ese ejemplar; siempre registro los indicios. Cierro un ascensor  y el abogado me espera con la puerta abierta. Quiere mirarme el culo al golpear la tijera de hierro. 
Quiere relojearme mientras supero mi miedo a caer por el agujero.
El sexo, a veces es como un pozo ciego. Caés, pero no sabés nadar en la nada. Tarde aprendí la metáfora del vértigo en la cola. Siempre se pierde alguna inocencia. Entonces la mano se obsesiona con una idea y yo la dejo que dibuje. Un hombre habla de otra mujer y siento que me está hablando, que es para mí el regalo. Pero no soy de las que se hacen la película mirando novelas. Me enojan. Yo quiero vivir las situaciones. Hacerlas carne. No tolero ver parejas y gente alrededor que hace de público constante aplaudiendo la relación. No puedo. La relación es de a dos y los demás tienen hambre. Y yo no puedo creer que alguien quiera comer y se aguante. Para mí el que quiere comer que coma. Y si no puede que trate de vivir con dignidad lejos. Que busque otra presa libre. Hay cosas que no se comparten. Pienso en mi amor. Parecía tan tímido. Pero era puro mundo interior que literalizó conmigo. Cuando vuelvo a pensar en el embale que tenía hace segundos no puedo más que responderme que soy una mentirosa. Es difícil convivir con la histeria. Es un sentimiento corroído por la insatisfacción. Quiero que me den de a uno los que hoy miré especialmente, pero las normas operan sobre mi cuerpo y sinceramente no se si podría con la empresa. Recuerdo una noticia que de chica me impresionó mucho. Hubo un grupo de hombres incriminados. Todos colectiveros. Parece que sucedió al final del recorrido. En el galpón guarda coches. Apareció ella ahogada en el asiento final de uno. Estropeada su ropa y con el cuello torcido hacia atrás. La habían atragantado con semen. No puedo creer tamaño horror. Tampoco entiendo como eso llegó a mi localización infantil. Es un recuerdo patente. Como el de María Soledad. Con mis amigas, a los nueve años, dábamos vuelta el recreo mientras debatíamos quién era el culpable. ¿Luque o Tula? ¿Tula o Luque? Mi amiguita creía que Tula porque era más negro. Yo creía que Luque porque era gordo y pelado.

1 comentario:

  1. Voy a utilizar palabras cientificas: "¡A la mierda¡" Realmente sos una escritora salvaje. Y ese texto es el zarpazo de un tigre que de un golpe desnuda todo. Da miedo. Algún día te voy a proponer una obra de teatro con tus textos. O partiendo de ellos.

    ResponderEliminar