Voy a empezar esta entrada mediante la menos conveniente de las formas. Una pregunta retórica con demasiado de afirmación: ¿Es obligatorio para las mujeres ser linda? ¿Qué carajo es ser una linda mujer? ¿Por qué no alcanza “ser mujer” que siempre hay que agregarle algún adjetivo? ¿Todas nos sentimos alguna vez hermosas y otras varias los menos favorecidos seres de la tierra? ¿Es justo que con 25 años de ovariuda me tenga que seguir preguntando acerca de la belleza o la fealdad aunque en la superficie de mi pretendida intelectualidad todas estas preguntas me resulten vergonzosamente boludas? ¿Por qué los hombres no se preguntan acerca de su belleza? Bueno, “la” pregunta se hizo varias y el quid del asunto sigue siendo la femineidad. Esta noche es otra de aquellas en que la clase de Psicología y Medios me inspira al hablarse, en este oportunidad, acerca de El Piropo. Esa práctica, costumbre, o vaya a saber qué cosa que a una comienzan a enunciarle merced su paso cuando una comienza a pronunciar sus caracteres que indican “he aquí una mujer y por ende ente piropeable”. No es que los hombres mediten mucho si alguien es piropeable ó no. Más bien se puede categorizar como se separa a la gente que elige playa en vez de río o verano en vez de otoño o es preguntadora de signos zodiacales o no, a aquellos masculinos que a la vera de una muchacha tiran palabras al viento que pueden ir de “la dulzura” a la ofensa versus aquellos otros masculinos a los que no se les ocurriría tal acto. Comencé con esas preguntas retóricas porque siento que a mí me pasa algo particular que quizá tenga menos de particular de lo que creo. Resulta que yo no me considero una belleza extraordinaria y aunque suene demagogo siento que todas las personas podemos ser bellas en tanto no es una tarea épica estar más cerca o no de los estándares o estereotipos de belleza de nuestra sociedad. Cada quien tiene sus brillos, sus fuertes y sus particularidades y es voluntad individual su uso instrumental o no. Es decir aquí asumo que la “belleza” es una elección y una intelección. Hay quienes son más o menos voluntariosos o más o menos sutilmente esmerados pero siempre hay una propuesta estética aún en el dejo o la desatención de la apariencia y “llegar” o estilizarse en pro de una determinada forma no es para nada un imposible. Sucede que hay quienes se acuerdan demasiado tarde de los efectos de sentido y de la eficacia de los dispositivos que acusan “lo bello” o hay quienes esgrimen tener muchisisísimas otras cosas más importantes de las que ocuparse. Con todo este palabrerío iba a eso particular que me pasa: para mí, lucir como mujer es una construcción y hay días en que tengo más ganas o urgencia de “verme linda” pero el punto es que son los menos y son por cuestiones específicas. Es como que pretendo un uso efectivo de mi investidura de mujer. Hay otros días, en cambio, en que prefiero ser transparente. Pasar por la calle sin ser mirada. Ir como testigo de un mundo en que hay hombres y mujeres y yo ser comodín, ser unisex. Es como que hay días en que salgo al mundo absolutamente no piropeable porque disfruto de ello. De ese descanso de la mirada del otro. Son esos días en que no quiero indicar nada con mi ropa ni resaltar ningún sector en particular, ni dar ninguna impresión. Esos días desatiendo el trabajo para algunas gozoso de ser y verme como mujer. Todavía me acuerdo cuando usé el pelo bien cortito y andaba de buzo y mis amados joggings en bicicleta y me gritaban los automovilistas crispados algún “Guarda pibeee!” y yo seguía felíz y embaladísima con mi propia velocidad corporal y pegaba saltos bicicleteros en las calles de Buenos Aires. Esa Anahí sigue estando al día de hoy cuando mi jefe resalta como distintas las jornadas en que me apersono con un look notoriamente más femenino. Y ya sé que soy femenina igual! Pero para él, tan conservador, una chica de 25 sin botas o pintura es prácticamente una lesbiana en potencia y por ello me festeja los días de arreglo. Igual admito que nunca fui así taaaan atractiva como mi gran amiga Lulu, a la que sí, realmente, no había hombre que no la piropee o le diga algún “Qué burras mamita” y admito también que yo me sentía re cómoda de ser la menos mirada. A veces puede pesar demasiado ser objeto de muchos ojos. Y claaaaarooo!!! Ya entiendo porque me resultan tan boludas las preguntas! Porque vivo en un patriarcado algo más flexible a veces y por suerte que otras formas de tal, y porque las definiciones y ciertas puteadas parten del tamaño de las bolas de la gente o de la concha de alguna hermana. Entonces es lógico que a mí se me caigan los papeles que me envuelven porque soy un bombón y tengo que tener cuidado con el sol porque puedo derretirme y mi mamá debió ser repostera y si amarme fuera trabajo no existiría el desempleo y todas esas sartas de ¿ingenuidades? Que sí!!! Que no sé que decía la nota del Página 12, pero pongámosle que tomo partido por el peor lado y que pongan una calle para hacer el Piropo Igualitario y entonces que pasen los que esperan y a cuanto churro se me cruce le lanzo una catarata de bizarradas de las que me salen lindas y no le van a quedar ganas de pasar por ese paraje de lo desnudo que lo voy a dejar con la palabra! Y olé! Pero vuelvo…. Y si vuelvo… siempre termino en las mismas conclusiones, lo cual no me recontra enorgullece pero sí me resalta la fuerte tesitura de últimamente en mi mente: Es simpático y cómodo y acomodador el piropo… pero ¡te la regalo ser objeto las 24 hs! La discusión de fondo en belleza vs fealdad en verdad es para la mujer ser SUJETO U OBJETO! Y no es que no me relaje! No! Es que como bien decía mi amiga Ana: “A mi me gusta que los hombres me hablen y me escuchen no que me miren”. Y cuánta razón tenía Anita y me dejaba tildada pensando con el fondo de faso: “La verdad… ¿A mí qué me gusta? ¿Qué me hablen y escuchen? ¿Qué me miren? ¿Todo junto? ¿Son excluyentes?... ¿Yo cómo me coloco?” Por eso es acomodador el piropo. Porque me coloca en un lugar nítido. Un lugar definido y claro de “mujer” con todo lo que ello implica. Está en mi correrme, difuminarlo o serlo cuando me sea conveniente y satisfactorio calculo…
Como postdata una definición aparecida en la web: “Piropo: dícese de la frase bienintencionada y original que un obrero de la construcción dirige a una mujer que transita por los alrededores de su lugar de trabajo.”
Cual quie ra!!! jajajajaj
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