*Preguntó José
María Muscari en su primer programa Muy Muscari de Ciudad Abierta en el que
entrevista a dos celebridades que considera “opuestas y similares”, a sus
invitadas: -¿Cuál es el prejuicio sobre el mundo de la otra? Esmeralda Mitre
respondió: -Para mí la vida es el intercambio. Yo me aburrí mucho de ver la
misma gente toda mi vida. Creo que no hay estatus sociales. Creo que la gente
cuando es realmente evolucionada ya no tiene clase. Y a mí me gusta la gente
que ya no tiene clase.
Karina
Tejeda, “la princesita”, respondió: -Creo que el no haber tenido necesidades te
hace no ser sensible ante los problemas de los demás. Son más fríos, la gente
que yo he conocido rica (sic). Una de las cosas que yo tengo en mi mente
todo el tiempo es el hecho de no haber tenido una familia que se mantenga
unida. La separación de mis padres hizo que yo a toda costa quiera formar una
familia y que mi hija tenga a su papá al lado.
Cuando Muscari le pregunta a Karina por qué
le gusta cantar, ella le responde: “Porque quise ser modelo y tengo un metro
sesenta y me di cuenta que no iba por ese lado. Y yo quería ir a la tele. Hacía
mucho casting. Yo sabía que quería ser algo y no sabía qué y empecé a ir tras
ser cantante. Castings sólo de cantante y lo logré. Creo que la mente cumple un
papel re importante en todo.” Para Bourdieu el gusto de los sectores bajos está
dado por la urgencia económica, a diferencia de las posibilidades de los
sectores altos-dominantes que disponen de más amplios márgenes de acción
pudiendo complacer sus “gustos de libertad”. Karina, en cambio, sabía que
quería “ser algo”, parece ser que ni siquiera quería “ser alguien”; ese “ser
algo” expresa, a las claras, esa sed que parte de la carencia económica y la TV
se le aparece como ese espacio de visibilidad y legitimidad social que ella
estaba necesitando. Karina quería que la miren, quería “ir a la tele” aún sin
tener claro por qué y para qué.
Hacia
el final del fragmento Tejeda dice: “Yo soy una persona que nunca tuve las
cosas que quise. Yo soñé con tener una mesita de luz, por ejemplo. Yo a los
quince años le dije a mi hermano: yo voy a ser una gran cantante de cumbia, muy
conocida.” “La princesita” quería “ser conocida” y partió de esa certeza. Ese
deseo de reafirmación que se vislumbra en la insistencia discursiva del “Yo”.
En
otra entrevista, de hace un año atrás, para el suplemento de espectáculos de
Clarín, Karina dijo: “El primer día que estuve en TV, me presentaron como “la
más hermosa, la número uno” y me dio vergüenza. Había que buscar un apodo.
Primero dijeron “La Reina”, pero era como ser la número uno; después “La
Diosa”, tampoco; luego “Princesa”, pero les dije que más chiquito, por eso “La
Princesita”.
En
la misma entrevista “La princesita” comentó acerca de sus propios prejuicios
sobre el mundo de la bailanta: “Para mí, la bailanta era lo que se muestra en
televisión: tipos borrachos y hablando mal. Lo que te vendían era muy distinto
a lo que es realmente.”
Hacia
el final de la misma nota afirma: “En el colegio me trataron mal desde
chiquita, me discriminaban. Desde pegarme en un baño a tratarme re mal. Me
traumaron mucho. La pasé mal desde el día que nací hasta hoy, todas las cosas
feas que existen las pasé.” En otra entrevista manifiesta: "Mi papá
golpeaba a mi mamá y los hijos lo sufrimos. Ellos se divorciaron cuando yo
tenía 10 años. Había mucha violencia en casa. Hoy mi papá es un santo, cambió
totalmente y cada uno formó su familia, van a la iglesia y son felices".
En
su texto La estética del asombro, Peter Brooks habla sobre las formas del
melodrama. Brooks identifica al género como un “espectacular homenaje a la
virtud” en el que se la presenta como “inocencia” en situación de extremo
peligro que en su recorrido se ve amenazada por diferentes obstáculos y cuyo
posicionamiento característico, será el de la resistencia. Si bien Karina no es un texto en el que se
puedan localizar claramente los elementos literarios del melodrama (como por
ejemplo la personificación del villano traidor), en la forma en que se relata a
sí misma aparecen claros rasgos melodramáticos que sistematizados junto a otros
textos periodísticos que se refieren a ella, conforman un relato mayor en el
que bien se la puede leer como a una heroína que resistió los embates de una
vida dura y que salió airosa en ciertos desenlaces. “Desenlaces”, porque día a
día se suman capítulos a la vida de ésta ídola popular. Biográficamente, en
diferentes artículos periodísticos, se alude a su pasado pobre y tormentoso. Se
habla de su condición de madre soltera. Ella misma canta y juzga el accionar
masculino desde sus hits. En una nota afirma: “para muchos hombres soy la
resentida del país y no me molesta que lo piensen”. Un interesante “capítulo”
de su vida fue la pareja que conformó junto a otro ídolo plebeyo: “el polaco”,
y actualmente se la sabe de novia con el galán futbolístico Sergio “Kun”
Aguero. Personaje en disputa con una chica rica, la hija menor de Diego
Maradona. Esta última cuestión fue arduamente tematizada por el periodismo de
espectáculos y se la ubicó como “una robanovios”, una “clandestina” y según
muchos coments de sus páginas de fans como una “genia” que supo conquistar al
mejor, de las manos de una “fea, con guita y vaga mantenida”, en referencia a
la morocha ex mujer del futbolista.
En esa historia y sus diferentes
momentos Karina, “la princesita”, es la cándida sufriente, pero también es la "viva" y la trabajadora y la traicionera. También es la rubia teñida y la
advenediza. La irreverente que “cómo se le ocurre ir a Manchester y sacarse una
foto con las raíces crecidas y ponerle a la nena un tapado de piel”.
Dice
Alabarces que “la plebeyización designa el proceso por el cual bienes,
prácticas, costumbres y objetos tradicionalmente marcados por su pertenencia,
origen o uso por parte de las clases populares, pasan a ser apropiados (o
expropiados), compartidos y usados por las clases medias y altas” y agrega que
“se trata de un fenómeno perverso, porque parece afirmar la democratización de
una cultura cuando en realidad es un proceso profundamente conservador: la
cultura parece reconocer la democracia simbólica en el mismo, exacto momento en
que ratifica la peor desigualdad material”. Es elocuente respecto de
éstas concepciones el hecho de que Karina manifiesta en diversas entrevistas
que la contratan en fiestas exclusivas, tal como comenzó a suceder en los noventa,
en épocas del menemismo, cuando la cumbia, “música de negros”, irrumpió en los
ambientes vip de la clase alta y se producía esa cierta legitimación que, en el
mismo ejercicio de fiesta y jolgorio en el que se mezclaban la chusma y la
alcurnia, se reafirmaba, en verdad, la dominación y se popularizaba la
naturalización de la desigualdad en instancias de reconciliación social y
negación circunstancial de las diferencias. Unos eran y son los que ofrecen sus
servicios de divertimento y otros los que disponen de los medios para
convidarlos.
Clarín le preguntó a Karina cierta vez: -Tu música la escuchan toda clase de personas. A lo cual ella respondió: “Eso me empezó a pasar hace tres años. Una noche tocaba en un bailanta y terminaba en una fiesta privada. Está bueno, porque es difícil traspasar esa barrera, más con el género al que me dedico.”¿Te llaman mucho para tocar en fiestas lujosas?, replicó Clarín y ella contó: “Muchas fiestas de famosos. La primera vez fue en el casamiento de Flor de la V, después todos los sábados pasaba algo similar. Hace poco toqué para Maradona, era exclusivo y una sorpresa para él. No les creía, la sorpresa fue mía. El año pasado tuve la posibilidad de ir a lo de Susana Giménez. Ricardo Fort en su programa me dio la oportunidad de hacer un musical y fue un sueño.”
Clarín le preguntó a Karina cierta vez: -Tu música la escuchan toda clase de personas. A lo cual ella respondió: “Eso me empezó a pasar hace tres años. Una noche tocaba en un bailanta y terminaba en una fiesta privada. Está bueno, porque es difícil traspasar esa barrera, más con el género al que me dedico.”¿Te llaman mucho para tocar en fiestas lujosas?, replicó Clarín y ella contó: “Muchas fiestas de famosos. La primera vez fue en el casamiento de Flor de la V, después todos los sábados pasaba algo similar. Hace poco toqué para Maradona, era exclusivo y una sorpresa para él. No les creía, la sorpresa fue mía. El año pasado tuve la posibilidad de ir a lo de Susana Giménez. Ricardo Fort en su programa me dio la oportunidad de hacer un musical y fue un sueño.”
Tal como
señala Alabarces cuando refiere al barrio como ese espacio arquetípico de
negación del conflicto, la oposición entre el centro/ el chetaje y el barrio
queda anulada, o ilusoriamente semiresuelta en lo que pareciera convertirse en
una extensión del universo del no conflicto. La fiesta vip animada por
cumbiamba, pareciera funcionar como un espacio de reconciliación social en el
que unos reconocen y avivan con las palmas el folklore de los otros. O más
bien, en que unos, “los distinguidos”, abandonan la condición de público en
pocos minutos, para entregarse de cuerpo entero y “sin tapujos” a la situación
de carnaval bailantero.
Pero ese horizonte plebeyo de los que
llegaron a lograr el sueño de participar de la fiesta parece delinearse por el
agenciamiento de ciertas figuras. Figuras que pueden fotografiarse con
políticos de la etapa sin mediar escrúpulo. Tal como se vió a Pablo Lescano,
líder de Damas Gratis y máximo referente de la cumbia villera, hace un mes
junto al político Sergio Masa, se la puede
encontrar a “la princesita” posando feliz luego de un recital en su municipio
junto al mismo, en idéntica época pre-eleccionaria. ¿Pero podemos juzgar este
último como un caso de proselitismo, o, más bien, es un paso más en la
sacrificada carrera hacia el sueño karinero de felicidad con mesita de luz? Si
bien una de las moderadoras de sus varias fan pages en facebook con cientos de
miles de seguidores subió la foto con orgullo y declaración semidirecta de
voto, ¿Se pueden transferir a la princesa todas las elecciones plebeyas de sus
fans? o se podrá ejemplificar con ella la paradoja bourdiana, si “para
resistir” no tiene otro recurso que reivindicar eso en nombre de lo cual es
dominada.
La cuestión parecería ser que hay ciertas figuras del plebeyo campo de
la cumbia que se posicionan de tal manera que logran un capital simbólico tal
que les permite ese margen de movilidad. Por carisma o aptitud táctica logran
el intercambio con otros campos y consiguen múltiples legitimaciones denegadas
a una mayoría.
Entonces Karina, cual Cenicienta, es invitada a la fiesta del Diez y se
encuentra al Kun. Y la megustean de a cientos porque llegó a Manchester y
cumplió el sueño de “las pibas”. Cerca de los castillos y con su príncipe negro
y con tapado de piel y con raíces crecidas. La blanca negra chica de Munro
superando con creces y “traspasando la barrera”. La monstrua rubia vengándose
de sí en las puertas del cielo, con su cuerpo poderoso en “su imperfección”
plebeya. Un montón de feminidades identificándose y burlando su destino, más no
sea imaginariamente, o, más bien, encarnándose en una princesa de arrastre
masivo y popular.
Karina, “La princesita”, Tejeda es un
objeto complejo que en su figura condensa imaginarios, proyecciones y
significados sociales que justifican su alcance masivo y popular. Veo en ella
distintos matices que van de la resistencia a la pasividad, y por ello no
podemos ubicarla en un lugar absoluto. Karina tiene letras y actitudes sociales
en las que muchas veces se posiciona desafiante frente a la dominación, tanto
masculina como de clase. Es muchas veces irreverente y realiza cosas por fuera
de la expectativa estereotípica. Sin embargo, muchas otras veces refuerza la
dominación permitiéndose la docilidad del dominado. Esto quizá es un recurso
paradójico pero, sin duda, le ha permitido posicionarse como referente del
género. Asimismo la fascinación lograda, la popularidad, le permitió extenderse
en el mercado al punto de estar cercana a reemplazar la cumbia por lo melódico
o lo pop. La figura logró tal tamaño, que su personalidad y las cuestiones de
su vida cotidiana, lograron una relevancia e interés que la catapultan más allá
de la bailanta. Karina es hoy una plebeya devenida princesa y a su “yo” parece
aún lo alcanzarle. La princesa no resigna “sus sueños” y en su individual
camino convergen las idealizaciones, deseos y sueños de otros. Un pasado de
violencia y necesidad se convirtió en un presente de distinción y atención. Hoy
muchos la miran y se torna transgenérica.
* fragmento de texto escrito para Seminario de Cultura Popular y Masiva/ Alabarces/ UBA.
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