martes, 30 de noviembre de 2010

LA CULPA ES DE PERRAULT

Para leer al pato Donald se escribió en 1972 y mal puedo considerar si creo que lo que señalaré en breve tenga algo de novedoso o actual. Los mitos fundadores que instauran nuestro género, clase y especie son enumerados a diario, clickeados y practicados constantemente garantizando la reproducción social, la pertenencia y la convivencia. Sucede que cada cierto tiempo alimenta mi paranoia la irrupción en mi cotidianeidad mental de una cancioncita que decía: “Eres tú el príncipe azul que yo soñé, tus ojos me vieron con ternuras de amor y al mirarme así el fuego encendió mi corazón y mi ensoñación se hará realidad y te adoraré, como aconteció en mi sueño ideal”. Imposible no recordar la película de Disney, mi primer acercamiento al cuento de hadas La bella durmiente del bosque versionado por Charles Perrault en 1697 que luego fue llevado al ballet en Rusia, hacia 1890 con música de Tchaikovski. Hace años cuando mi zapping televisivo variaba sólo entre canales musicales (adolescencia) escuché en subtítulos a un productor de cierto sello discográfico/ multinacional que señalaba: “las canciones pop son aquellas que tras escucharlas es inevitable tararear, son insoportablemente pegadizas y aunque las aborrezcas terminas chasqueando los dedos al ritmo”. Eso buscaba el productor, vender masivamente, obvio, y al siguiente plano de ese flash de consumo mediático recuerdo a otra productora señalando el packaging de un viejo CD de Britney Spears, cuyo papel interior se desdoblaba justo a partir del fragmento de foto cuyo centro eran los genitales en jean de la muchacha. Todos estos asteriscos son para volver a la canción que me endulzaba (y que confieso me endulza en su melodiosa hipnosis) y para manifestar su inequívoco vínculo con otra irrupción, feisbuquiana esta vez, de dibujos animados en los perfiles amigos. Anime o Industria Americana de animación en diversos estilos y versiones para niños y niñas, todo eso bien podía colaborar con mi opinión apocalíptica en correspondencia con la “teoría de la aguja hipodérmica” de la comunicación, pero no: me invité al relax, a la sana copresencia de elecciones, si igualmente facebook y las redes sociales ya son un servicio más y cada uno lo paga como quiere, con rasgos intelectualoides, con fanatismos militantes o con sobredosis de Mickey Mouse; al fin y al cabo casi todo es palo y a la bolsa. Aquella cosa no novedosa y no actual que busco señalar casi en forma de exhalación que indica mi estado de ser viviente, es un análisis casi infantil por lo sencillo, de esa coincidencia genérica en los “menganit@s han cambiado su foto de perfil”. No me siento especial por no haber puesto a Cocomiel, Los Simpsons o a alguna serie de Locomotion en mi perfil, ¡si no poner esa foto, para mí que uso tanto facebook, es como no hacer “la ola” en la cancha!, sólo que mi infante analista interior no puede con su genio y maquina con los obvios usos transversales de esa información. Sin disfrazar de perspicacia boba a mi paranoia, sólo menciono que como mínimo, cual si hubiera cursado Publicidad I, es una obviedad que esa determinada muestra arroja datos cuanti y cualitativos de la población más sensible a la persuasión. O sea, ¿quién puede estar en contra de los derechos del niño?, hay que ser demasiado pedófilo confeso para no “solidarizarse” con semejante causa. En síntesis, éste post que comenzó altisonante y termina timidón señala eso, es la reivindicación de mi derecho como usuaria para putear cuando veo causas que de tan lejanas ya son simpáticas e irresistibles y para preguntarme cuál es el germen del contagio que hace que tarareemos todos la misma canción. ¿Quién fué el amigo al que se le ocurrió? ¿Por qué funciona tanto todo siempre como para terminar riendo en delay si no entendí el chiste? ¿Qué es lo imperativo de “luchar contra la violencia infantil” con una “invasión de recuerdos”? En síntesis, reivindico el ser ortiva en éstos casos (no hacer la ola), ya que bastante alergia me da ser semejante grandecita y no poder abandonar el eco disneylandés de mi discurso, que vuelve para recordarme que quizá mis hijos crezcan todavía rodeados de los mismos mitos que quiero desterrar. Y como no soy una chica superpoderosa ni tengo a ningún Pinky para éste Cerebro, me voy a hacer la paja y a ver cuántos me gusta me puso el príncipe azul que yo soñé mientras el futuro llegó y tus ojos me vieron con ternuras de amor, mientras el afuera explota un rato pero al mirarme así desde la ex foto de perfil el fuego encendió mi corazón y mi ensoñación se hará realidad y te adoraré, como aconteció en mi sueño ideal...

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