“No aspires a disfrutar porque tu
placer te destruirá. No aspires a enamorarte porque no mereces que nadie se
enamore de ti: los que te amarían te amarían por tu apariencia, nunca por lo
que eres. No esperes que la vida te dé algo, porque cada año que pase te quitará
algo. Ni siquiera aspires a una cosa tan sencilla como alcanzar la
tranquilidad, porque no tienes ningún motivo para estar tranquila”.
Amelie Nothomb, en Estupor y temblores.
Para
mí el problema del piropo está mal ubicado. Yo no respondo piropos. Para mí son
ruido. Para mí la esfera de la calle es la esfera de los cuerpos, los edificios
y las trayectorias y, en general, el lumpen que lanza una guasada no tiene
siquiera registro de las leyes y noticias que puedan existir al respecto. Legislar
eso, o problematizarlo demasiado, me genera una idea de efectividad similar a
los viejos carteles que indicaban “prohibido salivar”.
No es que sea una cuestión neta de clase, pero el poder no suele caminar la calle. El poder va en auto o en avión y contrata putas vip si su sed lo requiere. Y, quizá, el problema es que haya putas vip disponibles, en tanto sean mujeres que no vean opción para desarrollarse más allá de los límites de sus orificios. Ahí hay una debilidad. ¿Cómo nos enseñamos nosotras mismas acerca del valor y la capacidad? ¿Cómo nos señala o no la sociedad acerca de nuestra potencia? ¿Cuánto nos pagan por hacer lo que hacemos? ¿Qué trabajos podemos elegir? ¿A qué matiz de subalternidad pertenece la trabajadora sexual?
No es que sea una cuestión neta de clase, pero el poder no suele caminar la calle. El poder va en auto o en avión y contrata putas vip si su sed lo requiere. Y, quizá, el problema es que haya putas vip disponibles, en tanto sean mujeres que no vean opción para desarrollarse más allá de los límites de sus orificios. Ahí hay una debilidad. ¿Cómo nos enseñamos nosotras mismas acerca del valor y la capacidad? ¿Cómo nos señala o no la sociedad acerca de nuestra potencia? ¿Cuánto nos pagan por hacer lo que hacemos? ¿Qué trabajos podemos elegir? ¿A qué matiz de subalternidad pertenece la trabajadora sexual?
La
calle es el terreno del débil, del dominado. Un terreno al que el fuerte sólo
va con fines proselitistas. Que sea vox populi que un juez o un catedrático
contraten prostitución o que el dueño de una corporación pueda suministrarse un
edén pasolinesco, con niños, mujeres y hombres en concreta disociación con su
mundo legal y ciudadano me parece más peligroso.
El
piropo caricaturiza una fortaleza que no es tal. Invade y goza, si perturba. Es
un recurso del incapaz, el vulgar. El que no la pone o la pone mal. La calle
indica que son muchos los que tienen problemas sexuales, pero no creo que a
un perverso se lo arregle con un manual de disciplina.
¿El
mundo nos agrede? ¿El mundo es hostil? ¿El mundo nos daña? Estoy de acuerdo y
creo que las mujeres fuimos víctimas históricas de múltiples opresiones. Pero ¿Qué vuelta le damos al
asunto para dejar de lado la reactividad?
Yo creo que los malos de la película van a seguir existiendo, como el capitalismo. Ahora: ¿Qué hacemos para ser fuertes? ¿Cómo producimos pese a los piropos? ¿Cómo hacemos que las tácticas de escape y resistencia pasen de ser individuales y desesperadas a colectivas y organizadas? ¿Es necesario y mejor? ¿Cómo trazamos la gramática de nuestra propia liberación? y ¿Para qué nos sirven los problemas que nos estamos planteando?
Yo creo que los malos de la película van a seguir existiendo, como el capitalismo. Ahora: ¿Qué hacemos para ser fuertes? ¿Cómo producimos pese a los piropos? ¿Cómo hacemos que las tácticas de escape y resistencia pasen de ser individuales y desesperadas a colectivas y organizadas? ¿Es necesario y mejor? ¿Cómo trazamos la gramática de nuestra propia liberación? y ¿Para qué nos sirven los problemas que nos estamos planteando?