“Jugué
con la idea de ser asaltante sexual e incluso pude hacer cositas en ese
sentido, casi siempre con familiares, sin embargo.” Woody Allen en 1970.
Cansada de que panelistas televisivos y twitteros frenéticos opinen desde la afectación superficial y el desconocimiento sobre la figura del abuso en el caso de Dylan Farrow versus su padre adoptivo y director de culto, se me ocurrió poner algunas cosas en claro en lo que a abuso sexual refiere.
Vamos por partes.
El abusador en cuestión es un director que en su faceta “realizador” ha logrado
gustar a cientos de millones alrededor del mundo. Su cine se caracteriza por entrelazar
complejidades psicológicas y trayectorias personales llenas de contrastes.
Sujetos que dudan, que reculan, que se permiten no hacer lo correcto, que son
erráticos o triunfadores, pero siempre complejos y bellos. Sofisticados y
queribles, los personajes de Allen se equivocan y sobreviven entre sus
preguntas y la sociedad “actual”. Este hombre menudo y declaradamente
“problemático y tímido” supo hacer un cine que gusta especialmente a los
argentinos.