Época de elecciones en la UBA.
Cuando oigo a los militantes
que pelean con otros militantes
por “negociar” con el gobierno universitario
y con el Gobierno Nacional,
recuerdo a Lula Da Silva declarando
que el Estado debe cumplir el rol de una madre;
que como tal “protege siempre al más débil”.
El presidente brasilero se contraponía en sus palabras
a la visión del Estado como un padre autoritario.
Viendo a los universitarios pelear,
me pregunto: ¿Contra quién pelean?
¿Contra un Estado padre o contra un Estado madre?
Las agrupaciones que negocian.
Las agrupaciones que no negocian.
¿Qué están negociando?
Rara ave, la que no es pato, impedido de volar, en estas tierras.
La rebelión es frente a un padre autoritario
que no atiende las demandas de los hijos
o ¿Los hijos no quieren crecer?
¿Los hijos actúan a sus padres?
La rebelión de los desordenados
tiene por fin ordenar.
Imponer otro órden.
¿La lógica del sometimiento es de nunca acabar?
Que suerte la mía
que me permitió escuchar
a un ex-gobernador universitario que citando a Foucault planteó:
“lo positivo del poder radicaría en que engendra subjetividad”.
“Cría sujetos
y te comerán los huevos”,
pienso.
La lógica del sometimiento
cultiva sometedores
y sometidos.
Me interesa pensar ahora:
¿A qué lógica me someto
cada vez que cambio?
De campo.
De agrupación.
¿Cómo me pongo?
y ¿Para qué?
Allí radicaría mi ética.
Cosechando las alas que sembré.
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