Resulta que hacia fin del 2010 la que escribe se rebeló. Se contrastó consigo misma poniéndose a prueba en el desafío de la no reacción. La cuestión radicó en la influencia que ejercieron en ella ciertas lecturas sumada a la inevitable sucesión de acontecimientos sorprendentes que anunciaban un acabose. La rebelión fue bien sencilla: “éste año hago un balance”. Sí! Eso mismo y concretamente. ¿Por qué decirle que no a algo sólo por ser lugar común o agenda setting?. Entonces la que escribe se contrastó y recordó a Carlos Mangone. Porque tener un profesor trotskista en Comunicación I le pasa a más de dos mil personas por generación, OK, pero darse cuenta de su influencia, eso es otra cosa. El profe enseñó acerca de la cultura del instantaneísmo, del puro presente y de lo sensacional. Rendimos la materia, tuvimos buenas notas, alabamos su libro contra Tinelli (el primero y único), le dimos duro al No Logo y vimos Mac Donalds hasta donde no había. Ese es el bautismo de fuego de cualquiera que se pretenda comunicador social. Ahora: ¿Por qué tenía yo que quedarme a convivir con todos esos “no”? Ese es el inicio de los otros bautismos de la carrera. En síntesis, en el balance que comenté hice recuento de mis lecturas, de mitos derribados y vueltos a construir, de amores que atravesaban demasiado las esferas semióticas como para concretarse y al hacerlo surgió inevitable el inventario de posibilidades abiertas: el cobijo en la autoayuda y en el psicoanálisis, en la mística y en la religión. Porque la cultura de la resistencia harto mencionada en anteriores entradas a éste blog no hubiera aceptado que me coma de un saque “Comer, rezar y amar” de la estadounidense Elizabeth Gilbert; porque la cultura de la resistencia y la rebelión antitodo no hubiera concebido tanto I ching online burlado por la marihuana pero sospechado de realista; porque la cultura de la resistencia no hubiera repreguntado sobre la religión y la mística fuera de las marchas y sus estandartes, y todavía espiaba de refilón con su ojo de gran hermano cuando Mijaíl Bajtín, desde su perfume soviético, describió la enunciación, los actos de habla y comunicación como dispositivos ideológicos repletos de guiños que acusan clase social y posición en el ajedrez político de la escena histórica que sea (éste txt lo leí again para rendir un final reciente, por eso cabe en el balance). “Piotr Petrovivh se paseaba como un gallito ante sus iguales pero ante el general fingía sumisión” escribió él, masomenos en el análisis literario, y la que escribe recordó con ello inequívocamente a su jefe criado en el liceo militar y sus muchas sonrisas correspondidas para supervivencia. Entonces, el balance que cerró el 2010 no llegó a incluir metafísica de ninguna “Méndez”, que a ésta altura ya no leerá, pero sí incluyó la comparación entre la filosofía oriental con su rojo poderoso y las pluralidades del hinduismo y sus dioses, que implican meditación, silencio y energías de colores, con la filosofía andina que observa Rodolfo Kusch y que acusa la pulcritud de los que no convivimos con nuestras divinidades, sino que vivimos siendo, o pretendiendo “ser”, inquiriendo, molestando, reeaccionando y muchas veces destruyendo. O sea el balance 2010 inauguró un 2011 que contempla el “mero estar”, la naturaleza y el silencio. Y la rebelión radica en que de repente todas las frases hechas que señalan “mírate y se tu mismo” cobran un sentido absoluto. Y en un tono absoluto grave, totalizante y saturado. Es decir: pleno de sentido. Una comienza a entender porqué sobreviven tanto los lugares comunes y las frases hechas que hablan de "sueños" y "puro presente" a las que tanto puteó con Mangone en Comu I y II. Por un importante lado porque: parten de datos de la realidad de cualquiera. De vivencias comunes a cualquier ser humano que de veras se pregunte por sí mismo. Entonces lee que Charles Chaplin llamó a “Saber vivir” y entiende el nombre de la revista naturista medio posmo y aburridamente light que invita a la reconciliación. ¡Entonces todo es por algo! Y una que cae siempre medio tarde y que seguro en par de meses cambia otra vez y vuelve a enternecerse cuando piensa en lo injusto y vuelve a prometerse morir y matar por lo justo, lo noble y lo luminoso. Pero en síntesis: un poquito de “paz interior” y “sueños”, a tono con las festividades, no le vienen mal a nadie. Ni a los que leyeron “Tus zonas erróneas” ni a los que hacen dietas astringentes y secas y crudas, ni al que se mata con chori y lechón de ayer. Porque frío es más rico, como la pizza con mate.