viernes, 9 de mayo de 2014

Una forma de vida, de Nothomb.


La estafa es una tarea conllevada por un prestidigitador de las circunstancias. Quien comete el acto de estafar, consciente o inconscientemente busca un efecto. El suyo puede ser un grito de auxilio, un llamado de atención o la búsqueda de infligir un dolor en otro. El otro es, sencillamente, alguien que del otro lado de su plan se dispone al ardid del estafador. ¿Qué sucede entre dos que en un encuentro epistolar de varios meses logran conmoverse mutuamente? ¿Qué pasa si le emoción es movida por mentiras? ¿Quién miente y quién se deja mentir? La obesidad y la guerra son dos horrores actuales. Dos prisiones. Una cuerpo adentro y otra cuerpo afuera que masacra otros cuerpos, obedeciendo a la cárcel del deber o la necesidad. 
Amelie Nothomb se permite ser ¿víctima? del embauco de un muchacho cuyas aspiraciones no son claras pero sí humanas. Sin ofenderse, aprovecha la dilatada situación hasta encontrarse con preguntas propias. Ella se apiada de su estafador al hacerlo consigo: “si escribes cada día de tu vida como si estuvieras poseída es porque necesitas una salida de emergencia. Ser escritora significa buscar desesperadamente la puerta de salida.” El soldado yankee que le escribe desde Bagdad en Una forma de vida es la ficción de un autor que, sin duda, se encuentra en la encrucijada de asumir, revelar o negar el por qué de su forma de vivir. En esa responsabilidad radicaría el móvil de su estafa.
Una forma de vida, editada en 2012 por Anagrama: 150 páginas de caracteres grandes que bien pueden leerse en un viaje de mediana distancia. El ingreso a la intimidad de una escritora que suele convidarla en sus diversas entregas autobiográficas. Un camino corto e interesante hacia algunas preguntas válidas.