martes, 30 de agosto de 2011

JUICIO



Un hombre me dijo:

“Nada te sorprende”

Y tenía razón.


Un hombre me dijo:

“Ni lo intentes. Hasta ahí.

Hasta mi mente nadie llegó”

Y estaba equivocado.


Un jefe me dijo:

“¿Sabés lo que me gusta de vos?,

que no ofrecés resistencia.”

Y no tenía idea.


Un hombre me dijo:

“Esta es la realidad”

Mientras yo pedía profundidad,

distorsionando.


Un hombre me dijo:

“Cuidá de tus hermanos”.

Sin cuidar de nadie.


Un hombre me dijo:

“Todos mienten”

Incluyéndose en la lista.


Un hombre me dijo:

“Nadie es dueño de la vida de nadie”

Habiendo matado.


Un hombre me dijo que no podía.

Y puedo.



BIOPOLÍTICA:


UN POEMA MENTAL

NO ES UN DIBUJO LINDO.

ES UN JUEGO VIOLENTO.

QUE TE HACE APARECER

DONDE OTRO ESTABA.


POEMA Y MENTAL

NO ES REDUNDANCIA

ES DISTINCIÓN DE LOS POEMAS PLÁSTICOS.

ES POEMA VERBAL.

MINIMAL.


LA PROFUNDIDAD EN GENERAL

ES GRAVE.

SÓLO LA BELLEZA

DA AIRE.


LA ARQUITECTURA DE LAS MENTES

ES EL ÚNICO EDIFICIO

CON POSIBILIDADES LARGAS

DE PERMANENCIA

EN EL ESPACIO.

Y ES INVISIBLE.




martes, 23 de agosto de 2011

ENTENDER LA METÁFORA

Me cubro los ojos

para no ver el mundo.


Vos mirás.

Me mirás.

En el medio

está tu color

y está el mío.


A la Monalisa

la ven muchos miles

todo el tiempo

y cristales la cubren de los flashes

y de las manos.

Es inalcanzable.

Aunque estés ahí.

Nunca la vas a tocar.

Ni verla de cerca podrás.

Encima serás uno más

entre los macacos.

¿Para qué ir al museo entonces?

Para entender la metáfora.


Yoko Ono

hizo la mejor obra de la que oí en años.

Más bien leí en años.

Un laberinto transparente

cuyo objetivo es un teléfono celular.

Quizá otros teléfonos te cruces en el trayecto confuso

(otras sillas diría Silvio).

Oirás la voz de Yoko Ono.

No te comunicarás con ella.

No sabrás cómo fue tenerla pegada

en la manifestación por la paz

de un mes en cama

junto a Lennon.

Quizá llegues.

Si no renunciás a los paneles de cristal,

a los límites que no se ven.

Quizá llegues

a comunicarte

con el mundo

cuando la oigas.

O quizá estés tan lejos del mundo.

Que aún entendiendo la metáfora

ya no puedas nadar

(comunicarte con el mundo,

de posibles,

de tocar).


Hubo otro invento sorprendente:

una nipona inventó una máquina de menstruar

que hace doler y gotea sangre.

La expuso en el MoMA de Nueva York.

Los chicos pueden saber qué se siente.

Ponérsela.

Y que les duela igual que a las chicas.

Se transgreden los límites,

La barrera entre los géneros

es cada vez más difusa.

Y?

Qué importa?

Si lo que más querés

es dormir. Manifestándote por la paz,

en vida.


Quería ver menos el mundo.

Quería sentir menos la bota

en el pescuezo.


viernes, 12 de agosto de 2011

NOSOTRAS, LAS MÁS PUTAS DE TODAS

PUTA. Si ahondo en mis recuerdos rastreando esa palabra, indefectiblemente llego a la boca de mi padre. Putas todas. Putas las de la tele que “desfilaban como vacas”. Puta si te ponés lapiz labial de juguete a los cinco años. Puta si te teñís el pelo. Puto el almacenero de la esquina que se dio un beso con otro hombre en público. Putos todos. Putos en la ira y en la rabia de mi padre. “La recalcada concha de tu madre” era la reacción a un mal conductor. “La reconcha de tu madre que te remilreparió” era él en su furia automotriz y yo le preguntaba a mamá: ¿“qué es queterremil”? A medida que pasaron los años dejé de escuchar lo que vociferaba y escuché libros y canciones de otras bocas y ojos y mentes. Igual recuerdo todavía que si bien yo me cuidaba de no ser prejuiciosa con otras mujeres, respeté por mucho tiempo la austeridad en la imagen que me moldeó mi padre con todos sus “putas”. Rechacé las novelas de Cris Morena como él ordenó. Rechacé Mac Donald como indicó su intransigente discurso comunista también y rechacé ser y “parecer” puta. Mucho más luego cambié de onda y cambié por suerte de referencia y legitimidad. Me teñí el pelo para probar colores distintos, me pinté como una puerta y volví a la cara lavada. Me puse minifalda y tacones para estar re perra cuando lo necesitaba y me pongo de buzo y jogging afelpado para cuidar mi cuerpo en un cómodo abrazo de algodón cuando quiero. Puta ya no me dice nada malo. Solo me recuerda la hipérbole del prejuicio y el machismo. Incluso ahora me lo tomo con humor y me apropio del estigma. Que me digan puta los que no quieren estar conmigo y no entienden mis vaivenes. Que digan que no me cuido si me expongo, total yo aprendí a defenderme y que me digan algún piropo si quieren ya que no soy tan radical en mi particular feminismo y me gusta que me halaguen mi belleza modesta y distinta. Soy todo lo puta que no quiso mi padre porque en el fondo quería. Estructuras psíquicas al fin si las hay… Y ésta tarde si garúa finito o llovizna me encuentro con otras putas que seguro también leyeron a Beauvoir, a Haraway, a Preciado o a Butler.

Me amo por prepotencia de trabajo una vez más y en público.